Sebastián Hidalgo Sola, se especializa en la investigación y búsqueda de libros y textos históricos, nació en 1984 y creció en Buenos Aires. Sebastián Hidalgo Sola, se ha criado en una familia que siempre estuvo relacionada con el arte y la cultura. En cuanto a sus estudios, se dedicó a los estudios de Derecho y luego comenzó a emprender el camino hacia coleccionar libros antiguos.
Luego de un tiempo de progreso en su actividad profesional funda HS Rare Books, que se dedica a la compra y comercialización de los mejores libros, grabados, mapas y dibujos antiguos y vanguardias, principalmente en relación al mundo Hispánico, y otras áreas tales como Religión, impresos tempranos, ciencia, literatura, y exploración en excelente estado y completos.
El arte y la cultura – Sebastian Hidalgo Sola
¿Cómo influyeron las artes y a cultura en la vida del coleccionista?
Dentro de los objetos de interés de Sebastian Hidalgo Sola podemos encontrar investigaciones y búsquedas de libros relacionadas a movimientos culturales, expresiones sociales y artísticas, y la literatura. Entre ellas, el coleccionista ha investigado sobre la famosa pintura de Vincent Van Gogh, La noche estrellada.
Algunos datos sobre el cuadro más destacado de Van Gogh, “La noche estrellada”
Según lo investigado por Hidalgo Sola es una de las pinturas más conocidas del pintor neerlandés Vincent Van Gogh y más destacadas del siglo XX. Se trata de un óleo pintado en junio de 1889 por este artista postimpresionista. En sí la pintura es parte de una serie que retrata un mismo paisaje en diferentes momentos del día. La noche estrellada es la única pintura de dicha serie que retrata la noche.
Esta escena retrata un cielo estrellado, coronado por grandes estrellas que más que estrellas parecen pequeñas galaxias. Un pequeño pueblo y unos viejos y grandes cipreses en un costado. Más allá de esta fuerte impronta impresionista se sabe que sí, efectivamente este era el paisaje que Van Gogh veía desde su ventana enrejada en el manicomio Saint-Paul-de-Mausole. Luego de haber padecido una crisis mental meses antes, en el que Van Gogh se cortó la oreja, este decidió internarse voluntariamente en este asilo. Desde allí, logro capturar las más bellas imágenes desde su ventana, siendo estos meses una época de gran producción artística para él.
En este paisaje se observa un cielo azul cobalto, completado por estrellas de un pigmento amarillo intenso proveniente de la india. Más allá de este naturalismo, hoy se sabe que en esta amalgama de imágenes este pintor plasmó escenas que correspondían a otros momentos vividos, o a esta realidad aumentada en la que vivía durante aquellos meses de internación. Hay tres elementos pictóricos que son ajenos a esta vista desde su ventana. El primero de ellos, las estrellas, en su particular forma arremolinada puede tener que ver con dos orígenes. Su forma puede tener que ver con los avances astronómicos que se estaban realizando en esa época sobre las nebulosas espirales y que interesaban mucho a Van Gogh; o pueden estar asociadas al viento, en especial al mistral que tuvo un efecto muy rotundo sobre Van Gogh mientras estuvo internado, siendo este viento el que desencadenó su primera crisis mientras estaba internado allí.
En segundo de ellos el pueblo, que objetivamente no se observa desde aquella ventana y alude a un pueblo neerlandés, que el pudiera haber pintado en añoranza con su país. El tercer elemento, los cipreses, que tienen que ver más con una fijación y deleite que él tenías con la forma y el color de ellos que con cualquier otra interpretación posterior que se hubiera podido hacer al respecto.
Muchos creen que en este cielo azul profundo e iluminado por estas magnificas estrellas espiraladas Van Gogh supo plasmar su añoranza por una vida más allá, en un cielo inalcanzable y enigmático. Más allá de esa crisis reciente y aquella realidad aumentada en la que vivía cuando pintó esta obra, supo captar los que sus sentidos le daban y amalgamarlo a la perfección con todo lo que padecía su alma. Fue sin duda una de sus más grandes obras maestras. “…Así como uno toma un tren para viajar por la tierra, tomamos la muerte para llegar a una estrella”.
Sebastián Hidalgo Sola también ahondó su investigación en lo que significó y representó el arte pictórico del siglo XX. A partir de allí, el coleccionista destaca el poder vanguardista de la época que dio como resultado a un conjunto de movimientos artísticos que han perdurado a lo largo de la historia del arte como manifiestos y símbolos de una época de revoluciones tanto culturales como sociales.
La pintura en el siglo XX – Sebastian Hidalgo Sola
El coleccionista, tras su investigación, entendió que el arte del siglo XX no fue ajeno al mundo convulsionado que transcurrió en esos años. Años de progreso, de cambios, de guerras, de fanatismos, de descubrimientos, de opresión y de liberación, años de muchas cosas. Años cambiantes y desafiantes como en pocos siglos de la historia de la humanidad. Es que si en los últimos tiempos la sensación de los cambios constantes y acelerados es parte de la vida misma, el arte fiel reflejo del hombre, no iba a ser indistinto a todo esto.
Tomando el caso de la pintura, podría sostenerse con seguridad, que la pintura del siglo XX comenzó siendo una y terminó el siglo convertido completamente en otra. Se dice, que esta transformación se enmarca bajo el nombre de los “ismos”. Todos los cambios económicos, sociales, políticos y científicos que se sucedieron en estos años demostraron al hombre que el status quo imperante ya no era hegemónico y la ruptura con lo preestablecido y con las normas y convencionalismos impulsó mucho de todos estos movimientos.
Movimientos pictóricos
Hubo aproximadamente veinte movimientos pictóricos. El modernismo, y su innovación; el fauvismo y su particular uso de las emociones, la línea y el color; el cubismo y su ruptura con la perspectiva; las maquinas en las pinturas futuristas; el nuevo arte y la nueva realidad que trae el expresionismo; el constructivismo ruso; la osadía del dadaísmo; la Bahuaus en Alemania y la Bauhaus también en los Estados Unidos; la abstracción geométrica y poco después su vecino opuesto: el Art Decó; el despertar del inconsciente a través del Surrealismo, revoluciones como pocas si las hay; el realismo socialista ruso que a través de la pintura destacaba los valores del trabajo del proletariado; el expresionismo abstracto, grandes pinturas donde la forma ya casi estaba desaparecida; el Pop Art de la cultura popular y los medios masivos de comunicación; los juegos visuales u ópticos del Op Art; el arte de acción en el que lo artístico empieza a ser el acto creativo por sí mismo; el minimalismo y el hiperrealismo.
En un siglo donde se sucedieron tantos cambios, la pintura acompañó este vaivén. De simple a ornamentadas, de acción de proyección, de líneas, de colores, de realismo, de abstracción, …de todo y para todos los públicos y todos los momentos hubo arte. Es que el arte y la pintura es una extensión humana en donde su ser más intimo convulsionado o no encuentra su máxima expresión.
Sebastian Hidalgo Sola analiza a Joaquín Sorolla e Ignacio Zuloaga
Estos dos personajes son destacados ampliamente por Sebastian Hidalgo Sola, a continuación, su análisis sobre los mismos:
Joaquín Sorolla: el artista de la luz
Imágenes de personas, de familias reunidas, descansando, tomando sol o incluso trabajando. Escenas de niños y de trabajadores. Escenas de campo, de la playa y del mar mediterráneo, escenas de luz, aire libre y naturaleza. Los cuadros de Joaquín Sorolla Bastida son de una armonía y calidez únicas. Impresionista y también iluminista, este pintor valenciano deslumbró con sus escenas cotidianas de la vida española de fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Este pintor español nacido en Valencia en el año 1863 quedo huérfano de padres a sus dos años por causa del cólera. Desde muy temprano su inclinación y facilidad por la pintura fue notoria, cuestión que su tío cerrajero debió aceptar, acompañar y promover. Si bien el reconocimiento no fue automático si llegó en vida de este pintor, incluso a temprana edad. Ya en el año 1889, radicado en Madrid, casado y con hijos su obra se hizo a la fama con gran fuerza.
Influido por pintores como Singer Sargent, Giovanni Boldini y Anders Zorn, Sorolla llegó a pintar más de 2200 pinturas. Su energía era imparable, así como su amor y devoción por la luz y el mar. Fue venerado y respetado en Valencia, su ciudad natal, donde hasta el día de hoy se le hace homenaje de diferentes maneras.
Sus obras le valieron la fama y el buen pasar, la han sido encargados retratos y hasta murales por parte del gobierno español. Imposible no pensar en algunas de sus obras más particulares como Estudio de Cristo (1883), Copia de Cabeza de Caballo de Velázquez (1883), El padre Jofré defendiendo a un loco (1887), Mar y rocas de San Esteban, Asturias (1903), Las tres velas (1903,) Bueyes en el mar y Estudio para “Sol de la tarde” (1903) para citar a sus obras más conocidas.
Pero no todo en su pincel fue romanticismo, placer, descanso y encuentro. Sorolla, fiel a sus convicciones y a su espíritu sensible, realizó muchas obras de denuncia como Trata de blancas (1894) y Aún dicen que el pescado es caro (1894). Pero lo cierto es que este artista supo retratar con una pericia única, teniendo un manejo único de la luz, las sombras, la anatomía humana y de la vida cotidiana española.
Sus cuadros son profundos, ricos en detalles y a la vez dueños de una sencillez y claridad únicos. Lo cierto es que España y la pintura universal logró, a través de sus pinceladas, inmortalizar lo más especial de aquellos años de la humanidad. Joaquín Sorolla murió en Cercedilla, España, en el año 1923.
Ignacio Zuloaga, el último maestro
Ignacio Zuloaga, el pintor español del siglo XX que fue reconocido internacionalmente como “el último gran maestro de la pintura española”. Su estilo particular, el dramatismo, el realismo y la audacia de sus obras llevaron al lienzo lo más intimo y propio de la España del siglo pasado. Fue uno de sus más grandes representantes, fiel a su estilo y al de su país, mostrando la crudeza de un siglo de complicadas vicisitudes amalgamado con lo más tradicional de la cultura española.
Nacido en Madrid en el año 1870, este pintor provenía de una familia de grandes artistas. Si bien de sus cinco hermanos fue el único que se dedicó a la pintura, cabe destacar que fue hijo de Placido Zuloaga, el famoso damasquinador y por, sobre todo, nieto del mismísimo Eusebio Zuloaga: quien fuera el último arcabucero de la casa real de España. Frente a la expectativa parental de que fuera arquitecto, Ignacio debió abrirse paso fuerte en el terreno de la pintura. Sus viajes entre Italia, España y París fueron formándolo y vinculándolo con la vanguardia de la pintura europea: Toulouse-Lautrec, Degas, Gauguin, Van Gogh, Maximé De Thomas y Ramón Casas.
Fue merecedor de cantidad de distinciones y paso a paso fue logrando exponer en infinidad de museos, lo que lentamente le fue dando seguridad para mantenerse firme en su gran pasión.
Su estilo es único, detallista, bien logrado y complejo. Su obra es a la vez admirada y discutida por su crudeza. Retrata escenas dramáticas, fuertes y sin tapujos. El realismo con el que pinta es tal que el espectador queda en muchas ocasiones conmovido o descolocado. Pero este pintor nunca se propuso andarse con rodeos e inhibiciones. Su gran amor fue España, sus toros y corridas, sus tradiciones, sus bailes, sus gitanos y su vida. Es así como su paleta de oscuros, de negros, tan influido por Goya, fue también característica suya.
Sus pinturas: “El reparto del vino”, “Celestina”, “Las brujas de San Millán”, “El enano Gregorio el Botero”, entre tantas fueron realizadas entre sus ideas y vueltas por España, Roma y París. Hoy su obra se puede apreciar en Museos dispersos en ciudades de todo el mundo entero: Madrid, Florencia, París, Moscú, Washington D.C., New York, Barcelona, Londres y México, por citar algunas.
Este amante de España, quien fue un de los primeros en recorrerla a caballo y en auto fue sin duda uno de sus más grandes representantes. Tal como lo describía Brinton: “En estos cuadros audaces y positivos, no se encontrará ningún indicio de cobardía…Las obras son desafiantes, casi despóticas. No se esfuerzan por buscar simpatía y no tienen miedo de ser francamente antipáticas”.
Update: 4 de octubre 2021